En consecuencia Cristián fue allí, donde se sentó a descansar. Luego sacó su Pergamino de la pechera de su camisa y leyó tranquilamente; también volvió a ver el Abrigo o Traje que le dieron cuando estaba junto a la Cruz. Entonces, poniéndose cómodo, se amodorró, y luego se durmió, lo que lo retuvo en ese lugar hasta que casi fue de noche, y durante su sueño el Pergamino cayó de su mano. Cuando estaba durmiendo alguien se le acercó y lo despertó, diciendo: Ve donde la Hormiga, tú, perezoso, observa sus maneras y sé prudente. Con esto Cristián se levantó y se apresuró, y caminó hasta llegar a la cima de la Colina.

Luego recordé la experiencia similar de Orage aquí. Se sintió como yo, quizá en este mismo cuarto. Y entonces algo me obligó a hacer un mayor esfuerzo. Regresé a mi tarea, tomé mi pico y mi pala, y comencé de nuevo; para recordarme a mí mismo y evitar que mi inquieta mente vagara en medio de ensoñaciones, agradables o resentidas, por momentos trabajé más rápido que de costumbre, o más lentamente, llevaba cuentas, repetí listas de palabras en secuencia. Pero los días seguían pasando con lentitud y monotonía.

 

Danzas Sagradas
Un día, cuando había abandonado toda esperanza de encontrar agua, los resultados aparecieron. Cuando golpeé con mi pico la arcilla, apareció una mancha de agua. Cavé más profundamente, y mientras lo hacía apareció un chorro delgado, luego otro más grueso. Con una gran excitación volví a cavar, y repentinamente un manantial borboteó alrededor de mis pies. Lo contemplé con asombro, creyendo a duras penas lo que veían mis ojos, pues el agua subía hasta mis tobillos. Mientras lo miraba, era como si un velo interior hubiera sido levantado, como si una nube hubiera desaparecido, y una luz me hubiera atravesado.

Salí del hoyo y de la arcilla fangosa, y fui a la casa para contárselo a Gurdjieff, pero él no estaba. La felicidad y la alegría borboteaban en mí como un manantial. Fui a mi habitación, me senté y tomé mi Biblia. Leí, aparentemente al azar: Bendito el hombre que vence la tentación, porque cuando sea puesto a prueba recibirá la corona de la vida. Pasando las páginas, llegué a la Revelación: Aquel que se supera heredará todas las cosas. Yo seré su Dios y él será mi Hijo. A aquél que se supere le haré un pedestal en el templo de mi Dios, y no volverá a salir, y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y escribiré sobre él mi nuevo nombre Y me mostró el río puro del agua de la vida, claro como el cristal, proveniente del trono de Dios y del Cordero y ellos verán su rostros, y su nombre estará en su frente.