El punto cardinal en relajar los hombros es dejarlos caer gentilmente, como si uno estuviera dejando deslizarse una sotana. Pero si uno trata conscientemente de dejar caer los hombros, ellos se crisparán en vez de relajarse. Cualquier parte del cuerpo se pondrá tensa si uno deliberadamente fija su atención en ella. Por eso, sólo debe centrarse la consciencia en el tanden. Allí puede estar fijada nuestra total atención sin producir ningún daño. Por eso, al dejar caer los hombros, es mejor tener la sensación de que uno está dejando caer ambos brazos. Si uno no pone fuerza en los brazos y siente como si ellos se hubieran desprendido de los hombros, los músculos del hombro se aquietarán al momento. Mientras más aquietados estén ellos, más aquietado estará el cuerpo total. Cuando las piernas también se extienden aquietadamente hacia abajo y los hombros están quietos, la barbilla entonces se mete hacia dentro por sí misma. Uno puede decir, por lo tanto, que la aproximación más efectiva a la postura correcta yace en el correcto caer de ambos brazos.
Ambos hombros deben estar nivelados y formar una línea recta mirados desde arriba. En mucha gente, sin embargo, los tendones de los brazos les hacen echar los hombros hacia atrás. Entonces, uno debe no solamente dejar caer los hombros sino que, junto con eso, además arquearlos hacia adelante un poquito. Esta es la postura de un danzarín Noh al empezar su danza, con los brazos colgando naturalmente, el abanico en su mano derecha. Los hombros de un maestro de tiro al arco también forman una línea recta cuando él deja ir su flecha. Si en el tiro al arco uno no deja caer los hombros llevándolos ligeramente hacia delante, la raíz del brazo izquierdo se levanta y uno no puede tensar el arco lo suficiente.
El arte de un escultor consiste, como se ha dicho, en apartar con su cincel lo que sobra de un bloque para hacer aparecer la estatua que ya existía dentro de él. Similarmente, para conseguir la postura correcta, para sacar a la luz esa postura inherente en el hombre, es necesario hacer a un lado todas las confusas acumulaciones de actitudes incorrectas. Por lo tanto, uno no debe quedar atrapado en los esfuerzos ansiosos de curvar el bajo vientre, dejar caer los hombros, etc. Más bien, uno debería volver su mente hacia el concepto de unidad del cuerpo total, purificando este sentimiento de unidad de toda escoria, extinguiendo todos aquellos impulsos que nieguen el uno y, de esta manera, vivenciar el tanden como el asiento de la unidad. Pero los dos esfuerzos: mantener el koshi erecto y dejar caer los brazos, son diferentes de todos los otros esfuerzos porque ellos no dividen la mente sino que son excelentes medios de alcanzar la total unidad del cuerpo.
Bastantemente sorprendido wao,muy interesante y bastante productivo,voy a empezar a practicarlo gracias por esta ilustracion sigue ilustrandonos con esa sabiduria .hasta luego