Pero la guerra o la paz, la destrucción o la conservación de la naturaleza, la violación o la protección de los derechos humanos y las libertades democráticas, la pobreza o el bienestar material, la carencia de valores morales y espirituales o su existencia y desarrollo, y, en suma, la imposibilidad o la posibilidad de entendimiento entre los seres humanos, no son fenómenos aislados que puedan ser analizados o abordados independientemente. De hecho, se hallan tan interrelacionados en todos sus niveles que para poder abordarlos adecuadamente necesitamos considerarlos desde esta perspectiva.
La paz – en el sentido de ausencia de guerra – tiene poco valor para alguien que está muriendo de hambre o de frío, no sirve de mucho para mitigar el dolor de la tortura infligida al prisionero político y tampoco conforta a quienes han perdido a sus seres queridos en una inundación causada por la deforestación indiscriminada en un país vecino. La paz sólo puede mantenerse de manera estable allí donde se respetan los derechos humanos, allí donde la gente está suficientemente alimentada y allí donde los individuos y las naciones gozan de verdadera libertad. Sin embargo, la verdadera paz tanto con el mundo que nos rodea como con nosotros mismos sólo puede ser alcanzada a través del desarrollo de la paz dentro de nuestra propia mente.
El desarrollo material es, sin ningún género de dudas, importante para el progreso de la humanidad; pero sin el contrapunto del desarrollo espiritual también puede acarrear graves problemas. Creo, pues, que ambos tipos de desarrollo tienen importancia y debemos fomentarlos conjuntamente para poder alcanzar un verdadero equilibrio.
La clave radica en la paz interior porque, en tal caso, los problemas externos no podrán llegar a perturbarnos. De este modo podremos afrontar las situaciones que nos depare el futuro con calma y racionalidad sin perder nuestra felicidad interior. Esto es muy importante ya que, por más confortable que sea nuestra vida, si carecemos de esta paz interior permaneceremos a merced de las circunstancias externas.