La integración psicológica supone el crecimiento armónico de la personalidad e implica una atención ecuánime a todas las necesidades instintivas fundamentales de nuestra naturaleza y a las disposiciones concretas de nuestro psiquismo. Pero, para que se produzca la reconciliación entre el impulso y la razón, entre el “ello” inconsciente y el “ego” consciente, tenemos que descubrir el Yo Superior, el principio unificador profundo de nuestra existencia. De otro modo, corremos el peligro de fomentar el desarrollo de la mente a expensas del cuerpo, de la fuerza muscular en detrimento del cerebro, del intelecto a costa de la emoción, del sentimentalismo en aras de la objetividad, del crecimiento tiránico de la consciencia social a costa del sacrificio de nuestras necesidades psicológicas o del desarrollo de una conducta rebelde, caprichosa y arbitraria en perjuicio del orden social.

Psiquismo y sociedad son esencialmente inseparables, por esto, no debemos olvidar que nuestro crecimiento psicológico individual exige tener en cuenta las demandas de la sociedad. Por imperfectas que puedan parecernos las normas morales no podemos rechazar nuestra relación con la sociedad sin mutilarnos. La sociedad forma parte inseparable de nuestra alma y aunque nos retiráramos a la más remota de las soledades seguiríamos llevando a la sociedad con nosotros. El alma tiene la necesidad vital de relacionarse con sus semejantes, de amar y de ser amada. Podemos criticar la sociedad y tratar de cambiarla, pero no podemos ignorarla porque cuando nos aislamos de las relaciones y de las actividades sociales cercenamos la vertiente social de nuestra alma. Renunciar a la sociedad debido a sus imperfecciones sería como repudiar a nuestra esposa porque está enferma. Del mismo modo, reprimir a la mente inconsciente por causa de sus impulsos oscuros sería como arrojar al niño por el desagüe junto con el agua de la bañera. La luz se esconde en el núcleo mismo de la oscuridad.

La integración cósmica.

Toda la discusión precedente sobre la necesidad de la integración psicológica nos sirve como introducción al concepto de integración cósmica. Jamás podremos alcanzar la integración plena del psiquismo si ignoramos la relación existente entre éste y la naturaleza, entre la sociedad y el cosmos. El psiquismo y el cosmos representan aspectos inseparables de la misma realidad que no es psiquismo ni cosmos, que no es un yo aislado ni un universo independiente sino un continuo psicocósmico, un yo-en-el-universo o un universo-para-el-yo, Atman-Brahman, (tú-eso o yo-eso).