Los labios de la sabiduría permanecen cerrados, excepto para el oído capaz de comprender.
Los siete principios Herméticos:
I.- El principio del mentalismo.
II- El principio de correspondencia.
III.- El principio de vibración.
IV.- El principio de polaridad.
V.- El principio del ritmo.
VI.- El principio de causa y efecto.
VII.- El principio de generación.
El principio del Mentalismo: el TODO es mente: el universo es mental.
El principio de Correspondencia: Como arriba es abajo; como abajo es arriba.
El principio de Vibración: Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra.
Para cambiar vuestra característica o estado mental, cambiad vuestra vibración.
El Principio de Polaridad: Todo es doble; todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos; los semejantes y los antagónicos son lo mismo. Los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado. Los extremos se tocan; todas las verdades son semi verdades. Todas las paradojas pueden reconciliarse.
Para destruir un estado de vibración no deseable, póngase en operación el principio de polaridad y concéntrese la atención en el polo opuesto al que se desea suprimir. Lo no deseable se mata cambiando su polaridad.
El principio del Ritmo: Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso; todo asciende y desciende: todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda: el ritmo es la compensación,
El Ritmo puede neutralizarse mediante el Arte de la Polarización.
El principio de Causa y Efecto: Toda causa tiene su efecto: todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo con la Ley; la suerte no es más que el nombre que se le da a una ley no conocida; hay muchos planos de causalidad, pero nada escapa a la Ley.
Nada escapa al principio de causa y efecto, pero hay muchos planos de Causación y uno puede emplear las leyes del plano superior para dominar a las del inferior.
El sabio sirve en lo superior, pero rige en lo inferior. Obedece a las leyes que están por encima de él, pero en su propio plano y en los que están por debajo de él rige y ordena. Sin embargo, al hacerlo, forma parte del principio en vez de oponerse al mismo. El sabio se sumerge en la Ley, y comprendiendo sus movimientos, opera en ella en vez de ser su ciego esclavo. Semejante al buen nadador, va de aquí para allá, según su propia voluntad, en vez de dejarse arrastrar como el madero que flota en la corriente. Sin embargo, el nadador y el madero, el sabio y el ignorante, están todos sujetos a la ley. Aquel que esto comprenda va en el buen camino que conduce al Adeptado.
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