Provengo de una tradición mística Hasídica, y en ella uno está muy consciente del hecho de que el mundo ha sido creado en armonía, y que el objeto y propósito de cada ser humano es conservarlo así. Y a menos que estemos armonizados con el día, el día nos ignorará. Este es el motivo de todas las frustraciones, ansiedades y tragedias.

De ese modo, cada mañana al despertar, cada niño – desde el instante en el que comienza a aprender a hablar – aprende una oración de afirmación. Algunos de ustedes que tengan antecedentes judíos – y que no los hayan negado aún – lo pueden recordar. Es una simple oración de agradecimiento porque mi alma me ha sido devuelta, y con esta afirmación, soy parte de la armonía de este día.

Pienso estar en armonía esta noche, y me gustaría pedirles que se me unan en una oración tomada de los Salmos, diciendo conmigo: Este es un día de luz y de gozo, un día de perfecta realización. Algo parecido se hace también en Yoga. He estado practicando Yoga por más de doce años.

Como una preparación para los estudios místicos, tenemos presente además la unidad del ser total. Y en atención a purificar el cuerpo – no a limpiarlo – los místicos realizan un baño ritual especial con este objeto. Bañaré los dedos porque ellos representan al cuerpo completo. Es aquí donde todo comienza y todo termina. Más aún, los diez dedos son símbolo de los diez atributos de Dios en la Kábala. Si me siguen, ustedes deberían sentir la frescura del agua en todo el cuerpo. Y así preparamos el cuerpo para el estudio de la Kábala.

Ahora tenemos que preparar la mente. Ella es símbolo de luz, como está dicho en la Biblia. Necesitamos
luz. Ustedes conocen la frase usada cuando dos personas tienen una discusión, o un así llamado diálogo,
y uno trata de convencer al otro, y finalmente el otro dice: Oh, sí, ahora lo veo. Y entendemos, comprendemos. La luz viene. Esta es parte de la luz eterna en cada uno de nosotros. Por eso encendemos velas en nuestras sesiones. Encendemos dos, como lo hacen en cada casa judía en los días de fiesta, y aquí en el misticismo, y en la Kábala las dos velas son simbólicas de las dos inclinaciones en cada uno de nosotros.