Museo D.T. Suzuki | Visit Kanazawa

I
En busca de la vaca.- Nunca se perdió, de modo que de qué sirve buscarla? No estamos en íntimos términos con ella, porque hicimos planes contra nuestra naturaleza más recóndita. Ella se perdió pues nosotros mismos perdimos nuestro rumbo a través de los engañosos sentidos. La casa se aleja cada vez más, y nos confunden los atajos y encrucijadas. El deseo de ganancia y el temor a la pérdida arden como el fuego; las ideas de correcto y equivocado brotan como una falange.

Sólo en el yermo, perdido en la selva, él busca, busca !
Aguas crecidas, montañas distantes, sendero sin término
Exhausto y desesperado, no sabe dónde ir,
Sólo en el yermo, perdido en la selva, él busca, busca !

II
Tras las huellas de la vaca.- Con el auxilio de los Sutras e indagando en las doctrinas llegó a entender algo; halló las huellas. Ahora sabe que las cosas, por más multitudinarias que sean, son de una sola sustancia, y que el mundo objetivo es un reflejo del yo. Con todo es incapaz de distinguir lo que es bueno de lo que no lo es; su mente está todavía confusa respecto de la verdad y la falsedad. Como aún no traspuso la puerta, se dice que por ahora advirtió los rastros.

Junto al agua, bajo los árboles, están dispersas las huellas de la vaca perdida:
Los bosques fragantes se tornan densos. El halló el camino?
Por más lejos, por sobre las colinas y más allá, que haya vagado la vaca,
La nariz de ésta alcanza a los cielos y nadie puede ocultarla.

III
Vaca a la vista.- El halla el camino por el sonido; ve dentro del origen de las cosas, y todos sus sentidos están en orden armonioso. En todas sus actividades eso está manifiestamente presente. Eso se parece a la sal en el agua y a la cola en el color. (Eso está allí, aunque no se lo distinga separadamente.) Cuando el ojo es dirigido apropiadamente, descubrirá que no hay otra cosa que él mismo.

Allá, encaramado en una rama, un ruiseñor canta alegremente;
El sol es cálido, la suave brisa sopla a través del verde sauce sobre la orilla;
Allí está la vaca en plenitud, en ningún lado hay sitio para que se oculte;
Qué pintor puede reproducirla, con la espléndida cabeza decorada con majestuosos cuernos?

IV
La vaca está a mano.- Después de perderse tanto tiempo en el yermo, al fin encontró la vaca y puso su mano sobre ella. Pero debido a la imponente presión del mundo objetivo se aprecia que es difícil controlar a la vaca, pues constantemente ansía los dulces pastos. La naturaleza salvaje es todavía indómita, y rehúsa por completo ser atada. Si él desea tenerla completamente sujeta, debe usar libremente el látigo.

Con la energía de toda su alma, al fin pudo echar mano de la vaca:
Pero cuán salvaje es su voluntad, cuán ingobernable su poder !
A veces se contonea por la altiplanicie,
Cuando he aquí se pierde en un neblinoso e impenetrable paso de la montaña.

V
Pastoreo de la vaca.- Cuando se desplaza un pensamiento, le sigue otro, y luego otro; así despierta un tren interminable de pensamientos. A través de la iluminación todo esto se vuelve verdad; pero la falsedad se afirma cuando prevalece la confusión. Las cosas nos oprimen, no debido al mundo objetivo sino debido a la mente engañosa del yo. No aflojéis el cabestro; mantenedlo restringido, y no os consintáis indulgencia.

No permitas separarte del látigo y la cuerda,
No sea que ella se descarríe por un mundo mancillado;
Si se la cuida apropiadamente, crecerá pura y dócil,
Incluso sin cadena, sin nada que la ate, te seguirá de buen grado.

VI
Vuelta al hogar a lomo de la vaca.- La lucha ya pasó; él ya no se preocupa más de ganancia ni pérdida. Canturrea una tonada campestre de leñador, entona canciones simples de niños pueblerinos. Montado sobre el lomo de la vaca, sus ojos no están fijos en cosas terrenales. Aunque se le llamase, no volvería su cabeza; aunque se lo tentase, no se le retendría más.

Montando la vaca lentamente dirige sus pasos hacia el hogar:
Envuelto en la niebla vespertina, cuán armoniosamente se desvanece la flauta a lo lejos !
Entonando una cancioncilla, marcando el compás, su corazón está lleno de dicha indescriptible !
Es menester decir que él es ahora uno de aquellos que conocen?

VII
Olvidada la vaca, el hombre queda solo.-Las cosas son una sola y la vaca es simbólica. Cuando sabes que lo que necesitas no es señuelo ni red sino conejo o pez, esto se parece al oro separado de la escoria; se parece a la luna saliendo de entre las nubes. El único rayo de luz, sereno y penetrante, brilla incluso antes de los tiempos de la creación.

Montado en la vaca él está al fin de regreso en su hogar,
Donde he aquí no hay más vaca, y cuán serenamente él se sienta totalmente sólo !
Aunque el sol rojo se sostiene en el cielo, él parece estar todavía silenciosamente dormido;
Bajo un techo de paja yacen ociosamente, junto a él, su látigo y su soga.

VIII
La vaca y el hombre se pierden de vista.- Puesta a un lado toda confusión, sólo prevalece la serenidad; ni siquiera la idea de santidad tiene vigencia. No se demora donde está el Buda, y donde el Buda no está, pasa rápidamente de largo. Cuando no existe forma de dualismo, hasta un ser de mil ojos fracasa en detectar una salida. Santidad ante la que los pájaros ofrecen flores no es sino farsa.

Todo está vacío, el látigo, la soga, el hombre y la vaca;
Quién midió jamás la vastedad del cielo?
Sobre el horno que arde en llamas, ni un copo de nieve puede caer:
Cuando obtiene este estado de cosas, está manifiesto el espíritu del antiguo maestro.

IX
Regreso al origen, vuelta a la fuente.- Desde el principio mismo, puro e inmaculado, jamás fue afectado por máculas. Observa con calma el crecimiento y decadencia de las cosas con forma, mientras que él mismo mora en la inmóvil serenidad de la no-afirmación. Cuando no se identifica con transformaciones aparentemente mágicas, qué tiene que hacer con las artificialidades de la auto-disciplina? El agua fluye azul, la montaña se empina verde. Sentado sólo, él observa las cosas que sufren cambios.

Retornar al Origen, regresar a la Fuente: este ya es un paso falso !
Mucho mejor es quedarse en casa, ciego y sordo, al instante y sin alharaca.
Sentado dentro de la choza no toma conocimiento de las cosas externas;
Observad el agua que fluye, nadie sabe adónde; y aquellas flores rojas y frescas para quién son?

X
Ingreso a la ciudad con las manos que conceden bienaventuranza.- La puerta de la humilde morada está cerrada, y los muy sabios no le conocen. No han de lograrse vislumbres de su vida interior; pues él recorre su propio rumbo sin seguir los pasos de los antiguos sabios. Entra al mercado transportando una calabaza; llega al hogar inclinándose contra un bastón. Se lo encuentra en compañía de bebedores de vino y matarifes; él y ellos están todos convertidos en Budas.

Con el pecho y los pies desnudos, él entra en el mercado;
Embadurnado de barro y cenizas, cuán amplia es su sonrisa !
No es necesario el poder milagroso de los dioses,
Pues basta su contacto y he aquí los árboles muertos florecen en plenitud.

D. T. Suzuki

Extractado por Julián Alvarez de
D. T. Suzuki.- Ensayos Sobre Budismo Zen.-Kier