Sin límite,
como el flujo del río
que permanece
y cambia sin cesar

Escribir sobre el Tai-chi es un desafío, pues este arte es inasible. El pueblo que construyó la Gran Muralla, hace más de dos mil años, se expresa en esta práctica como en un símbolo. Diversas publicaciones han sido ya realizadas en distintos países occidentales sobre este tema, Ha llegado el momento, en efecto, de hacer descubrir y compartir esta fuente de un nuevo equilibrio que transmite la tradición del Tai-chi. Escribir sobre este arte del movimiento, de la energía, de la unidad, según sus principios y su espíritu, sin preocuparse de sus variantes, tal es nuestro objetivo. A través de esta monografía, proponemos una contribución con la esperanza que ella permita un enriquecimiento de la sensibilidad y de la comprensión de aquellos para quienes el camino pasa por el Tai-chi.

Meditación, arte marcial, terapia, el Tai-chi no tiene un fundador único. Es más bien el fruto de la confluencia de diferentes corrientes y de una larga evolución enriquecida por sucesivos maestros.

A lo largo de esta tradición, el centro y los principios han permanecido sin variar la interacción entre Yin y Yang, relación de unidad y equilibrio que está en la base del pensamiento chino.

El rostro del Tai-chi ha sido a menudo deformado y es a veces descrito como una simple gimnasia. Esta visión de la práctica es completamente errónea. El Tai-chi desarrolla la unidad de la persona. Meditación, arte marcial, arte del movimiento, entrenamiento de la relajación y de la respiración, el Tai-chi es todo eso. Pero, en su esencia, permanece misterioso. Así, lo que no se ve es a menudo más importante que lo que se ve.

La unidad no es una simple palabra sino una experiencia que vivir.

Cristalizado por el tiempo y los maestros, el Tai-chi ha llegado a ser para muchos occidentales, y para los chinos mismos, la vía de un equilibrio re-encontrado y un camino hacia sí mismo y hacia los demás. Con la práctica, la confianza se fortalece, la energía aumenta y se afirma, la tristeza hace lugar a la alegría, el vacío y la plenitud se manifiestan.