Dedo de la mano Foto Kirlian de un dedo meñique

La tradición espiritual

Adeptos de todas las religiones afirman haber experimentado o visto luces alrededor de las cabezas humanas. Mediante prácticas religiosas tales como la meditación y la oración alcanzan estados de consciencia ampliada que activan sus capacidades latentes de percepción sensorial elevada.

La tradición espiritual india, que cuenta con más de cincuenta siglos de antigüedad, habla de una energía denominada Prana, considerada el constituyente básico y la fuente de toda vida. El Prana o hálito vital fluye por todas las formas a las que ha dado vida. Los yoguis practican la manipulación de esta energía mediante técnicas respiratorias, meditación y ejercicios físicos cuya finalidad es mantener unos estados alterados de consciencia y de juventud mucho más allá de su alcance normal.

En el tercer milenio a.C. los chinos propugnaban la existencia de una energía vital a la que denominaban Ch’i: toda materia, animada o no, está compuesta y trasfundida por esta energía universal. El Ch’i contiene dos fuerzas polares, el yin y el yang. Cuando están equilibradas, el sistema vital muestra salud física; si se desequilibran, el resultado es la enfermedad. Un yang demasiado poderoso tiene como consecuencia un exceso de actividad orgánica. Si el que predomina es el yin da lugar a un funcionamiento insuficiente. Ambos desequilibrios provocan enfermedad física. La antigua técnica de la acupuntura se centra precisamente en equilibrar el yin y el yang.

La Cábala, teosofía mística judía surgida alrededor del año 538 a.C., denomina a esta misma energía luz astral. En la iconografía religiosa cristiana, Jesús y otras figuras espirituales aparecen rodeados por campos luminosos. El Antiguo Testamento contiene numerosas referencias a la luz que rodea a la gente y a la aparición de luces, pero estos fenómenos perdieron su significado original con el transcurso de los siglos. Por ejemplo, el Moisés de Miguel Ángel muestra el karnaeem en forma de dos cuernos, en vez de los dos rayos de luz a los que se refería originalmente dicho término. La razón es que, en hebreo, dicha palabra significa indistintamente cuerno o luz.