La práctica de la musicoterapia:

La música ha llegado a ser una terapia auxiliar y un remedio más o menos conocido. Médicos, psicólogos, educadores y músicos empiezan a interesarse en este tema. Algunos de ellos han realizado investigaciones acuciosas, especialmente en los Estados Unidos. Allí la musicoterapia es una profesión reconocida.

Puesto que la música afecta a todo el organismo humano, puede ser valiosa en el tratamiento de una invalidez física, ya se deba esta a poliomielitis, parálisis cerebral, distrofia muscular progresiva, enfermedades respiratorias o, también, a algunas minusvalías sensoriales como ceguera y sordera. Todo esto produce una falta de contactos físicos con el medio, o una ineptitud de movimientos más o menos graves que perturban la vida del paciente de varias maneras y en diversos grados. Los minusválidos que no son curables deben arrastrar durante toda su existencia una invalidez que los disminuye psicológicamente. A menudo necesitan ser ayudados para adoptar una actitud menos depresiva frente a su incapacidad. Algunos pueden ser pesimistas, otros rebeldes, unos se resignan, otros tratan de negar su adversidad. Junto con las terapias físicas, es indispensable dar el necesario apoyo psicológico para intentar superar la disminución de la autoestima que siempre acompaña a estas incapacidades.

Muchas enfermedades o lesiones físicas producen parálisis parciales o deficiencias en el control de la motricidad y de la apreciación espacial. Oír o ejecutar música puede ser un estímulo regulador de movimientos puesto que el ritmo provoca reflejos físicos espontáneos. El paciente que padece una coordinación muscular defectuosa y una falta de ritmo físico puede ser ayudado por el dinamismo de la música, que busca o recrea en él un sentido de ritmo ordenado que le posibilita controlar los movimientos
y aun la palabra.

La técnica de instrumentos que son golpeados -como el tambor o la batería- o sacudidos -como la pandereta y las castañuelas- puede ayudar a dirigir un movimiento en el espacio y el tiempo. El contacto manual que produce un efecto perceptual concreto con el instrumento es terapéutico en grado sumo. El proceso debe producir en el paciente las sensaciones de tensión y relajación alternadas necesarias para comenzar y completar el movimiento. Además, el paciente puede irse formando la imagen previa del movimiento que producirá el sonido que él espera oír.