por | Música
En mi carrera de pedagoga, he trabajado numeros años con niños inadaptados y he consagrado gran parte de mi tiempo a la formación de educadores especializados. Una fomación clásica fundamentada en el amor a la música, me lleva a interesarme en actividades donde el diálogo no esté sometido a la semántica o al juego de los significados sino vivido en su imagen sonora. En la línea de la pedagogía musical fundada por Carl Orff, van las reflexiones que siguen.
Todos hablan de musicoterapia, pero de qué se habla? Y qué se hace respecto a ello? Plantear estas dos preguntas es ya dejar emerger una vasta imagen borrosa, imprecisiones y confusiones numerosas. Estas pocas líneas no tienen por objeto explicitar de manera muy precisa lo que llamamos musicoterapia, sino ensayar la delimitación del campo profesional en el cual actúan los profesionales dedicados a la infancia inadaptada que utilizan la música para ayudarlos a superar sus dificultades. Estos objetivos son pedagógicos o terapéuticos? No importa, de todas maneras, la música está bien ubicada allí.
No podemos hablar de musicoterapia sin poner antes en evidencia los componentes de esta palabra: músicoterapia. Según la importancia que demos a uno u otro de los términos, y en función de si somos profesionalmente músico o terapeuta, tendremos una definición diferente de la musicoterapia. Todo el dilema está allí y resume las querellas de diferentes escuelas de enseñanza. Cualquiera que ellas sean, hay acuerdo en un punto: la musicoterapia forma parte de las nuevas terapias que florecen actualmente. Sin embargo, si nos remontamos un poco en el tiempo, no podemos menos que quedarnos perplejos y constatar que decididamente no hay nada nuevo bajo el sol.
Desde la antigüedad, la música no ha sido considerada como un arte autónomo, ella impregna toda la actividad humana. Tiene una relación evidente con el cuerpo. Dos aspectos nos parecen particularmente interesantes:
1.- El lado mágico y embrujante: el hombre espera liberarse de una situación desagradable por el encantamiento: fórmulas cantadas de manera monótona. Lo que se canta no es el retrato de la realidad pero se identifica con ella. El signo pasa a ser la cosa misma. La música no sana porque ella invoque a los dioses sino porque ella tiene un efecto propio.
por Fernanda Andrade | Música
Conversación con Gabrielle Hoffmann:
Ya había caminado un buen trecho en la vida cuando las primeras preguntas empezaron a resonar en algunas cuerdas de su interior, donde se dio cuenta que de una u otra forma las palabras limitaban. Algo de aquella fantasía infantil que se columpiaba entre camelios y maderas valdivianas, arribó a las espaciales arquitecturas del valle del Elqui para beber del sol, las uvas y las piedras aquellas energías que le permitirían más tarde buscar respuestas a las mil preguntas de un tiempo demasiado quieto.
Tempranamente descubrió que los poetas, trascendiendo las limitaciones del lenguaje, usan las metáforas, así como los psicólogos junguianos indagan profundamente en el inconsciente a través de los sueños y los símbolos. En la poesía, las palabras se transformaban, así Gabrielle viajó por el enigma de la metáfora y entendió que allí había un medio para pasar la frontera.
La vida la llevó a radicarse en Estados Unidos y por muchos años compartió su trabajo de oficina y vida familiar con inspiradas lecturas donde encontró las enseñanzas de maestros y culturas orientales, junto
con las más rigurosas investigaciones occidentales.
A partir de 1972 su vida toma un nuevo giro, ya que decide continuar diferentes estudios que parten de la literatura, donde cabe destacar la poesía de García Lorca, que deja una profunda huella en el quehacer de Gabrielle. Más adelante, su gran interés por lo humano y la terapeuta que hay en ella la hizo buscar una respuesta al sufrimiento y al dolor, y así fue como orientó definitivamente sus pasos al campo de la psicología. Estudios de psicología oriental-occidental en California, cursos en el Instituto C. G. Jung en Suiza y otros, culminaron finalmente en el Doctorado otorgado por la Summit University, Louisiana, USA,
en el estudio de Estados de Consciencia.
El tema desarrollado en su tesis, Imaginería Músico Inducida, fue la puerta de entrada a una nueva orientación a su quehacer como terapeuta y docente. Había encontrado un lenguaje que navega por las emociones y toca las puertas del alma.
por Fernanda Andrade | Música
En la musicoterapia se hace un uso dosificado de la música en tratamientos rehabilitadores de niños y adultos que padezcan de trastornos físicos, emocionales o mentales. Su efecto sanador obedece en primer lugar a la influencia que tienen los sonidos sobre el hombre, lo que origina diversas formas de relación con el ambiente o entre las personas.
Un poco de historia:
Para el hombre moderno, la música es un producto complejo, construído de muchos elementos combinados en un estado de relación siempre cambiante. Cada uno de estos elementos musicales es un atributo de la substancia del sonido, la que siempre ha sido parte del mundo consciente del hombre y que éste ha interpretado y empleado según su estilo de vida y etapa de civilización.
Desde antiguas épocas, el hombre ha creído que el sonido era una fuerza elemental cósmica que existía desde los inicios del mundo; más aún, que había sido el origen de la creación del universo. Existen muchas leyendas que así lo narran. Los egipcios creían que el dios Thot había creado el mundo emitiendo un sonido vocal. De allí nacieron otros cuatro dioses dotados de igual poder, quienes poblaron y organizaron el mundo.
En las concepciones filosóficas que se derivan de as cosmogonías persa e hindú, el universo había sido creado de una substancia acústica. Se produjo un sonido inicial que, al emerger del abismo, primero se hizo luz y luego, poco a poco, parte de esa luz se volvió materia. Esta materialización nunca fue total, pues cada cosa material continuaba conservando algo de esa substancia sonora de la que fue creada.
Los primeros babilonios y los griegos antiguos relacionaron el sonido con el cosmos, a través de una concepción matemática de las vibraciones acústicas vinculadas con los números y la astrología. Los filósofos pitagóricos concebían las escalas musicales como un elemento estructural del cosmos. También creían que aunque el sonido existía como un elemento natural en el universo, podía no ser perceptible a los oídos del hombre. Llamaban armonía de las esferas a los sonidos inaudibles producidos por los movimientos de los cuerpos celestes. Estos sonidos expresaban la armonía matemática del cosmos.
por Fernanda Andrade | Música
La práctica de la musicoterapia:
La música ha llegado a ser una terapia auxiliar y un remedio más o menos conocido. Médicos, psicólogos, educadores y músicos empiezan a interesarse en este tema. Algunos de ellos han realizado investigaciones acuciosas, especialmente en los Estados Unidos. Allí la musicoterapia es una profesión reconocida.
Puesto que la música afecta a todo el organismo humano, puede ser valiosa en el tratamiento de una invalidez física, ya se deba esta a poliomielitis, parálisis cerebral, distrofia muscular progresiva, enfermedades respiratorias o, también, a algunas minusvalías sensoriales como ceguera y sordera. Todo esto produce una falta de contactos físicos con el medio, o una ineptitud de movimientos más o menos graves que perturban la vida del paciente de varias maneras y en diversos grados. Los minusválidos que no son curables deben arrastrar durante toda su existencia una invalidez que los disminuye psicológicamente. A menudo necesitan ser ayudados para adoptar una actitud menos depresiva frente a su incapacidad. Algunos pueden ser pesimistas, otros rebeldes, unos se resignan, otros tratan de negar su adversidad. Junto con las terapias físicas, es indispensable dar el necesario apoyo psicológico para intentar superar la disminución de la autoestima que siempre acompaña a estas incapacidades.
Muchas enfermedades o lesiones físicas producen parálisis parciales o deficiencias en el control de la motricidad y de la apreciación espacial. Oír o ejecutar música puede ser un estímulo regulador de movimientos puesto que el ritmo provoca reflejos físicos espontáneos. El paciente que padece una coordinación muscular defectuosa y una falta de ritmo físico puede ser ayudado por el dinamismo de la música, que busca o recrea en él un sentido de ritmo ordenado que le posibilita controlar los movimientos
y aun la palabra.
La técnica de instrumentos que son golpeados -como el tambor o la batería- o sacudidos -como la pandereta y las castañuelas- puede ayudar a dirigir un movimiento en el espacio y el tiempo. El contacto manual que produce un efecto perceptual concreto con el instrumento es terapéutico en grado sumo. El proceso debe producir en el paciente las sensaciones de tensión y relajación alternadas necesarias para comenzar y completar el movimiento. Además, el paciente puede irse formando la imagen previa del movimiento que producirá el sonido que él espera oír.
por Fernanda Andrade | Música
Hay acuerdo en reconocer que la música en general lleva consigo un poder y que ciertas obras musicales producen un efecto indiscutible sobre el cuerpo y el espíritu. Resulta interesante abordar esta dimensión esotérica del mundo musical.
Para empezar, es necesario recordar que estas prácticas musicales son motivadas, no por una búsqueda estética, sino por la búsqueda de los poderes que ellas procuran. La potencialidad estética está incluida en el conjunto de esos poderes. Este poder se constata por sus efectos. En ciertas músicas orientales, menos en las artísticas que en las populares, se busca un efecto y se mide la cualidad de la música por los efectos que ella produce. Yo he estudiado la música mística sufí y las formas populares que de allí se derivan y que han conservado su carácter, y he sido llevado a plantearme la famosa pregunta., en qué residen los poderes de la música?
Existe seguramente una infinidad de respuestas. Una de ellas, muy dogmática, y que he sido motivado a relativizar, considera que los intervalos o los tonos previstos producen efectos también previstos. Existe a ese respecto toda una especulación que se apoya sobre Pitágoras y la escolástica griega y que ha influenciado al Islam. Pero la experiencia muestra que el poder no reside en la elección de tal escala o de tales tonalidades, porque, cuando se ejecuta, no se aplican estas leyes matemáticas de manera muy precisa. El poder no se deja traducir en ecuaciones.
Existen respuestas relativistas evocando un fenómeno de condicionamiento: se está habituado a entrar en un cierto estado al escuchar cierta música. Al escuchar tal música se pasa inmediatamente al estado de trance, por ejemplo. No se podría negar este fenómeno; pero todas estas respuestas no son más que parciales. En el hecho hay un conjunto de factores en juego. El timbre del instrumento debe ser tomado en consideración, los intervalos tienen un cierto efecto, el condicionamiento, la respuesta refleja, el fenómeno cultural, y sobre todo la naturaleza del auditor y del intérprete, todo esto juega un cierto rol. Una respuesta que pudiera ser más satisfactoria se perfila al abordar el tema del poder interior del ejecutante.