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Estos últimos años, con frecuencia se oye el término transpersonal en los círculos psicológicos. C. G. Jung lo había utilizado ocasionalmente y no fue probablemente el primero. Actualmente es utilizado sobre todo para indicar lo que se encuentra más allá, o el proceso que consiste en traspasar y trascender el nivel de acciones, de impulsos, de sentimientos y de realizaciones habitualmente considerado como personal. Desafortunadamente, el término transpersonal es ambiguo y puede prestarse a confusión si no se define claramente el sentido que se le da. La ambigüedad viene del doble sentido del prefijo trans, que significa a la vez a través y más allá; este último sentido es más fundamental y más corriente que el primero.

En el sentido más allá, el prefijo trans es comparable a la raíz griega meta; pero los psicólogos que utilizan el término transpersonal han pensado, al parecer, que metapersonal constituiría una asociación molesta entre el griego y el latín y podría establecer una relación indeseable con metafísico. Comencé a utilizar la palabra transpersonal en 1929; pero era para caracterizar la liberación de un poder que funcionaba a través de lo personal. Se puede ciertamente considerar la fuente de este poder, de esta conciencia o de esta actividad como situada más allá del dominio de la personalidad; pero la actividad en sí es transpersonal porque su rasgo más significativo consiste en utilizar a una persona como instrumento o agente a través del cual la actividad es liberada bajo una forma concentrada. Como este sentido del término implica la existencia de una fuente de actividad en un dominio más allá, por encima o en las profundidades de la consciencia personal normal de los seres humanos, hay evidentemente implicaciones sospechosas y mal acogidas para el científico que rechaza tratar con entidades que existen fuera del campo de la percepción sensorial y de la conceptualización estrictamente racional. Pero, si una actividad transpersonal implica atravesar, ir más allá de los límites y de lo concreto o de la racionalidad de lo que la mayor parte de la gente considera como el estado de consciencia o de sentimientos normal, entonces es mucho más aceptable para la mentalidad científica. Se refiere a las aspiraciones religiosas y a la devoción del hombre por ideales trascendentes, ya sean suprahumanos o suprapersonales. La evolución es considerada como una ascensión y el gran personaje es concebido como superior a la media humana.