Budismo y Bosques

Budismo y Bosques

El Buda decía: “El bosque es un organismo único y fuente de gran bondad. No exige nada para su sustento y extiende su protección sobre todos los seres dándoles sombra, incluso al leñador que con su hacha lo destruye.

Los bosques son de la mayor importancia, tanto para la vida silvestre como para la humanidad. Los budistas creen que la destrucción de los bosques acarrea calamidades, debido a que conlleva la muerte de árboles y animales y porque su pérdida redunda en un desequilibrio en el medio ambiente natural. La deforestación tiene como consecuencia inundaciones y sequías, hambruna y enfermedades. Si nos despreocupamos de los bosques, éstos desaparecerán y, junto con ellos, la alegría que nos produce su intrínseca belleza.

En el Vinaya Sutra, nuestro Señor Buda dice que los bosques son el mejor lugar para la contemplación. Aquellos que se retiran a meditar allí, son los llamados nagthrodpa (habitantes del bosque). Ellos dejan sus hogares para vivir como ascetas, buscando liberarse de los sufrimientos del mundo. Si desean hacerse practicantes estrictos, se les instruye seguir las doce Prácticas Ascéticas, la séptima de las cuales es llamada shingdrungpa (meditación mientras se vive a los pies de un árbol). Mientras se medita en calma morando en los bosques, se podrá adquirir flexibilidad tanto para el cuerpo como para la mente y la concentración necesaria para una real comprensión del stongpanvid (vacío total).

El Buda decía que en los bosques podemos olvidarnos de los apegos materiales, obtener la quietud de la mente y una posibilidad intuitiva de introspección. En nuestras casas, rodeados de cosas y llenos de actividades, solamente estamos dedicados a juntar objetos materiales. Pero allí afuera, en los bosques, tenemos la posibilidad de recolectar ge-wa (objetos espirituales), que nos serán mucho más útiles en la vida. Aquí podemos ver la conexión entre los bosques y la mente. Además, decía el Buda, en los bosques podemos entrenarnos para transformarnos en dagpaizhing jong (habitantes del Mundo de la Pureza). Esta práctica, en la que todas las energías virtuosas se concentran para crear los Campos de Buda de la Iluminación Total, es posible sólo porque los bosques se asemejan a los Campos de Buda y debido a que éstos crecen y existen por sí mismos, manteniendo un equilibrio natural con todos los elementos que lo componen.

La Unidad de lo Viviente

La Unidad de lo Viviente

Desde principios del siglo pasado (1920), los botánicos han comprobado que las plantas viven en comunidades, llamadas asociaciones de vegetales, y las han calificado con espíritu de análisis sistemático, tal como fue hecho con las moléculas químicas. Ellas forman entre sí comunidades homogéneas, ligadas a las características del medio, deducible, por lo demás, a partir de la observación de estas asociaciones. Estas plantas tienen así afinidades entre ellas y con el medio que habitan.

Observando una hondonada, se espera encontrar la asociación típica de matorrales, silenes, ortigas, etc.: pero sólo vemos los resultados de una exagerada aplicación de químicos, es decir, demasiado nitratos y no, ortigas. Todas las malezas han sido eliminadas. Ya no se encuentra la asociación de las hondonadas . Mirando un bosque, esperamos encontrar la asociación clásica del sotobosque con las plantas conocidas que vamos a recolectar en primavera , la centella , la anémona , la campanilla. Ellas forman asociaciones extremadamente típicas y bien definidas; pero ya no están. Prácticamente han desaparecido, pues se han drenado los bosques y el nivel de la napa ha bajado dos o tres metros, al punto que se ven robles con sed, aun cuando llueve.

Sin contar el efecto de los fertilizantes pues, contrariamente a lo que se piensa, los fertilizantes no son usados sólo en la agricultura, sino también a nivel forestal. Como resultado vemos plantas que aceptan abonos – no son más de cuatro o cinco especies – instalarse en el lugar de todas las otras. Así los abonos, o los herbicidas que tienen por objetivo eliminar las zarzamoras, también han perturbado los ecosistemas. Y las asociaciones que han existido más tiempo que las otras, que se encontraban aún hace ocho o diez años en medio de los bosques, están también en vías de desaparecer. Si ustedes visitaran los estuarios verían lo que hemos comprobado recientemente: se han perdido las tres cuartas partes de las especies que habíamos estudiado hace veinte años.

Ecología Profunda

Ecología Profunda

Vivir como si la Naturaleza importara

El término “Ecología Profunda” fue acuñado por Arne Naess y se refiere a un enfoque profundo y espiritual sobre la naturaleza, el que se deriva de una apertura más sensitiva hacia nosotros mismos y hacia la vida que nos rodea. La esencia de la ecología profunda brota, pues, naturalmente, del hecho de preguntarnos en profundidad sobre la vida humana, la sociedad y la naturaleza.

La ecología profunda es mucho más que una aproximación fragmentaria a los problemas medioambientales, una aproximación que intenta articular una visión religiosa y filosófica comprehensiva sobre el mundo. Sus fundamentos hay que buscarlos en aquellas intuiciones y experiencias con respecto a nosotros mismos y a la naturaleza que surgen espontáneamente de la conciencia ecológica junto a ciertas visiones naturales sobre la política y la sociedad.

La mayor parte de sus temas de interés son los tópicos que han preocupado a la filosofía y a la religión de todos los tiempos. Qué significa ser un individuo único? Cómo puede el ser individual conservar y potenciar su singularidad sin dejar de participar en un sistema global en el que no existe discontinuidad entre el ser y el otro? Una perspectiva verdaderamente ecológica puede conducir a aquello que Theodore Roszac denomina “el despertar de una totalidad que es algo más que la suma de sus partes. El espíritu de tal disciplina es, pues, contemplativo y terapéutico.”

La conciencia ecológica y la ecología profunda se hallan en abierta contradicción con la visión del mundo imperante en las sociedades tecnocrático-industriales que consideran que los seres humanos estamos aislados y separados y que debemos ejercer nuestro poder sobre el resto de la creación. Esta visión del ser humano como una especie superior que se halla separada de la naturaleza es una manifestación de un patrón cultural que ha venido obsesionando a la cultura occidental desde hace miles de años, el concepto de “dominio”: el dominio de la humanidad sobre la naturaleza, de lo masculino sobre lo femenino, de los ricos y los poderosos sobre los pobres, y, en suma, de la cultura occidental sobre la cultura oriental.

Una Llamada a la Responsabilidad Colectiva

Una Llamada a la Responsabilidad Colectiva

Hermanas y hermanos:

Pensando en el tema de esta charla, he decidido haceros partícipes de algunas de mis reflexiones sobre los problemas comunes que todos nosotros debemos afrontar como miembros de la gran familia humana.

Compartimos este pequeño planeta que llamamos Tierra y, en consecuencia, tenemos que aprender a vivir en paz y armonía con nosotros mismos y con la naturaleza. Y no estoy hablando de una mera utopía sino de una verdadera necesidad. Dependemos hasta tal punto los unos de los otros que ya no podemos seguir viviendo en comunidades aisladas ignorando lo que sucede fuera de ellas.

La comprensión de que todos somos iguales y de que, por consiguiente, todos tratamos de buscar la felicidad y evitar el sufrimiento resulta sumamente útil a la hora de desarrollar un sentimiento de fraternidad, de amor y de compasión que resulta tan fundamental si queremos sobrevivir en este mundo cada vez más pequeño en el que vivimos. Si cada uno de nosotros se ocupara, de un modo puramente egoísta, exclusivamente en aquello que le interesa y se despreocupara de las necesidad ajenas, no sólo dañaríamos a los demás sino que también terminaríamos dañándonos a nosotros mismos. Esta es una situación que ha quedado perfectamente clara a lo largo del presente siglo. Sabemos ya que una guerra nuclear supondría un suicidio colectivo y que la polución indiscriminada del aire y los océanos , buscando conseguir el mayor beneficio al menor corto plazo posible, terminaría destruyendo el fundamento mismo de nuestra supervivencia. Así pues, a medida que las relaciones entre las naciones y entre los individuos se vuelven cada vez más interdependientes no nos queda más alternativa que desarrollar lo que podríamos llamar un sentido de responsabilidad universal.

No cabe duda de que los seres humanos somos miembros de una familia global y que lo que sucede en cualquier parte del planeta nos afecta a todos. Esto, por supuesto, no se refiere únicamente a las cosas negativas sino que es igualmente aplicable también a las positivas. La extraordinaria tecnología de los medios de comunicación nos permite conocer de inmediato lo que acontece en cualquier parte del mundo y, al mismo tiempo, nos torna vulnerables a los sucesos que tienen lugar en la otra parte del planeta. Es por ello que nos entristecemos cuando nos enteramos de que los niños mueren de hambre en África oriental y que nos sentimos alegres cuando sabemos que una familia consigue reunirse tras permanecer separada durante varias décadas por el muro de Berlín. Nuestras cosechas y nuestro ganado pueden verse contaminados y nuestra salud y sustento amenazados por un accidente nuclear que tiene lugar a miles de kilómetros de distancia y nuestra propia seguridad se ve fortalecida cuando dos facciones que se hallan enfrentadas bélicamente en cualquier país deciden establecer la paz.

El Amor a la Tierra

El Amor a la Tierra

ElAmoralaTierra

 

Hemos caminado tanto, y todo era sólo tu tierra arada, los terrones negros y el olor de la
tierra, el sabor de las hojas, las manos mojadas de ti. La tierra caliente, poseída por las semillas, por los arados, por la lluvia, por los pies de los hombres. En ti nos juntamos, nos salvamos. Por ti todos somos iguales, navegamos, somos ríos, desiertos, volcanes. Somos el polvo por donde pasan los valles, las montañas, la Cruz del Sur, como si fueran el viento. Toda la tierra circula por dentro de nosotros.Si vuela una garza, vuela dentro de nosotros. Si explota un volcán, explota dentro de nosotros. Si lloramos, llueve. Si amamos, los almendros florecen. Si acogemos a alguien, la tierra nos acoge. Si aceptamos a alguien, somos aceptados. No sólo nos representa: somos lo mismo.

En mi niñez lloré entre los altos pastos, lloré de felicidad, sentía tu calor en mi cuerpo, en tus hojas, en tu guindo florido: blanco, esplendoroso: me parecía Dios. Fundido en tu calor, era tu luz.

Fue un resplandor, se abrió la tierra y la lluvia corría, y corría el agua de Dios: el cielo, el sol, el pasto cristalino, Yo era el cielo, el pasto, el sol. Te besaba, te acariciaba, te contaba mi vida.

Tu amor pasaba por mí, como redención de mi ceguera. Era el verdadero lenguaje sagrado, así, aquí. como espuma de la tierra.

Madre-Dios nos llevas a ti, dentro de ti y de nosotros. A tu contemplación de todos los opuestos, A tu reconocimiento en la oración. Despertados, disueltos en ti.

Hernán Baeza.
Ecología de la Mente

Ecología de la Mente

Recientemente asistí a un importante encuentro en Moscú, donde se efectuaba un congreso llamado Foro Mundial de Parlamentarios y Líderes Espirituales para la Sobrevivencia Humana. El tema principal fue nuestra relación con el mundo, cómo lo estábamos destruyendo, y cómo nosotros, los seres humanos podríamos sobrevivir. La clave de este encuentro fue, obviamente, la ecología, que es la rama de la biología que trata de la relación de los seres vivientes y el medio ambiente.

Cuál es la relación con nuestro ambiente? Esta es una materia que las enseñanzas de Buda exponen muy claramente. En los tiempos de Buda no había la misma clase de problemas con la contaminación del aire, del agua y de la tierra. Por eso Buda no nos habló específicamente de esas clases de contaminación. El nos enseñó un tipo de ecología más básica y más comprensible.

Esta enseñanza es tan fundamental que no solamente es la ecología biológica una natural consecuencia de esta enseñanza, sino del mismo modo es ecología ética, ecología espiritual, y finalmente, a través de la enseñanza de los Patriarcas, la ecología de momento a momento: situación correcta, relación correcta, función correcta. Si nosotros entendemos este camino correctamente, entonces podremos entender todas las relaciones, incluyendo nuestra relación con el medio ambiente, lo que significa no sólo la tierra, el agua, el aire, el cielo, los árboles, las plantas y los animales, sino también cualquier otro ser humano.

Desde el punto de vista de las enseñanzas de Buda, un foro para la supervivencia humana es un error. Esta meta ya separa a los seres humanos del resto del mundo. No es suficiente amar este mundo para que los seres humanos puedan sobrevivir. Eso no es verdadero amor, porque el amor verdadero es incondicional. De hecho, en este foro varios expositores hablaron de amor. Entonces, qué es amor? Alcanzar el verdadero amor es llegar a ser ecológicamente correcto en nuestra relación con el medio ambiente.

Hay una rama de la ciencia que es relativamente nueva. Es el estudio del caos. Mientras que para nosotros la palabra caos implica un estado de total confusión, para los científicos ella tiene un significado muy específico que implica una ecuación con un número de posibles soluciones en cualquier momento. Las ecuaciones describen turbulencias, fenómenos meteorológicos, o aun, las variaciones en las existencias de mercaderías en un rubro comercial dado, como ejemplo de situaciones caóticas.