tarotLa historia del Tarot, como la del pueblo bohemio al cual está tradicionalmente asociado, es tan misteriosa como incierta. Sucesivamente se le ha dado como origen la India, Grecia, Egipto, Caldea, la Judea, China… Se ha ensayado relacionarlo con todas las grandes tradiciones que han marcado al Occidente. En efecto, la ausencia total de pruebas – que se ha justificado por la ley del secreto – y una documentación extremadamente magra, no permiten ninguna conclusión seria. Todas las hipotesis formuladas hasta ahora son más el fruto de intuiciones personales que de descubrimientos históricos reales. Esta incertidumbre, lejos de perjudicar su valor, sin duda ha enriquecido su contenido. Los escritores y los místicos del siglo XIX que se han dedicado al estudio del Tarot, han ido consecutivamente aclarando evidencias de múltiples tradiciones. Sus interpretaciones, que se podrían juzgar hoy día como fantásticas por su exceso, han contribuído a la amplificación del simbolismo de las cartas. Ellas han conseguido, gracias a todo un sistema de relaciones y correspondencias, hacer más claro el acceso a las enigmáticas láminas, las que constituyen actualmente una base para comenzar toda investigación a su respecto.
En lugar de querer dar arbitrariamente un origen único a las cartas, parece más justo abordarlas como el producto de un sincretismo. Las cartas, o mejor dicho, lo que nos ha llegado de ellas, son en efecto el resultado de empréstitos diversos, de la yuxtaposición y del maridaje de elementos de todo tipo, fundidos en un conjunto original. Las referencias egipcias, zíngaras, hebráicas o alquímicas, citadas en sus interpretaciones, no deben ser tomadas en cuenta como referencias históricas, sino como simples indicaciones para aclarar su sentido.

El origen del nombre, Tarot, ha sido objeto de innumerables tesis, las que, sin haber logrado imponerse definitivamente, han ayudado a la comprensión general del asunto, Sucesivamente, se ha supuesto que era una corrupción de los nombres de dos dioses egipcios Ptah y Rá; el primero Maestro de la Creación y el segundo, el Dios Sol, al que los bohemios han adorado siempre como su principal divinidad masculina. También que la palabra era un anagrama de Rota que significa Rueda o Círculo y que se había agregado una T a fin de mostrar que el principio y el fin son semejantes. Que era una deformación de Thot, nombre
del dios de las ciencias esotéricas del antiguo Egipto, cuyo equivalente griego es Hermes, y a quien se ha tomado como inspirador y patrón de las cartas. Que se derivaba del hebreo Thora, la Ley, palabra que designa los cinco primeros libros de la Biblia, identificando así las cartas a un texto sagrado. 0 todavía que venía del sanscrito Tar-ó, la Estrella polar, el guía. 0 del latín, Orat, él reza invertido.