

Matsuo Bashô (1644 -1694): El más grande haijin
Bashô es conocido como el mayor cultor del haikú tradicional. Educado como samurai y al servicio de una familia poderosa en su infancia, en 1661 conoció al maestro zen Bucho, quien lo instruyó en la filosofía zen. La comprensión del zen llevó a Bashô a buscar una forma literaria que no expresara sólo belleza, ni que fuera retórica o simplemente descriptiva, encontrando que el haikú servía exactamente para expresar la verdadera realidad, la del momento presente.
Porque el haikú es la maestría del instante presente, del momento efímero que constituye la vida misma, la consciencia en contacto con el entorno o el interior, el instante mágico en el que el observador y lo observado se unen en una minúscula impresión, observación, constatación o comprensión que, si bien en sí misma no tiene palabras, es posible de ser impresionada en una hoja en blanco en su esencia, a través de tres pinceladas:
A la intemperie
Se va filtrando el viento
Hasta mi alma.
La vida de Bashô fue un continuo peregrinar por Japón, en permanente y escogida pobreza, o, como decimos hoy, simplicidad voluntaria. Él creía que no era posible la poesía sin la necesidad, la carencia y el hambre alquímicamente transformados en arte, naturaleza e instante mediante. Bien se ha dicho que vivió su poesía y escribió su vida.
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Levántate
y sé mi compañera,
soñolienta mariposa.
Se zambulle una rana,
Chapoteo.
Se expande en la bruma
Del alba.
Este camino
Nadie ya lo recorre
Salvo el crepúsculo
penetran
la habitación en el verano.
bajo ellas dormiré
sin sentir el tiempo.
Quietud,
el sonido de los pétalos
esparciéndose al caer.
Sobre un caballo
Mi silueta helada

Otros cultores
Bashô hizo escuela y tuvo discípulos y seguidores, cuyo linaje continúa hasta hoy, tanto en Japón como en el resto del mundo. Una muestra de los sucesores de Bashô:
Kabayashi Issa:
No lloréis bichos
Que sufren desengaños
hasta los astros
También se ha convertido
En pasado.
Se reflejan en las pupilas
De la libélula.
Donde haya hombres,
Habrá moscas, y habrá
Budas también.
Lo que ronda mis ojos
Es tu sonrisa.
Jugad al amor, moscas
De mi ermita.
Al Fuji subes
Despacio pero subes-
Caracolito.
El crepúsculo suspendido
En un charco de agua.
Un mendigo me mira
Y se compara.
Acá estoy,
simplemente.
La nieve cae.
el rocío desciende gota a gota,
tras cada gota.
para mí, para la montaña,
alternativamente.
Nunca lo olvides:
paseamos encima del infierno
contemplando las flores.
la castaña
a la que no pude llegar!
no pudo evitarlo,
floreció.
El buen mundo:
el rocío desciende gota a gota,
tras cada gota.
dice la niña,
abriendo sus brazos.

Mariposa de otoño
Que me ha dejado solo
Entre los montes.
Leve es la primavera
Sólo un viento que va
De árbol en árbol.
Se incendió mi casa:
Ahora nada me obstruye
La visión de la luna.
Naitô Meisatsu:
Mi propia voz
Es devuelta a mí
Por la tormenta.
En manos del inválido
Un ramo de glicinias
Es mucha carga.
No hablan palabra
El anfitrión, el huésped
Y el crisantemo.

Yedra y glicinias
Aprisionan al pino:
Su queja al viento.
En la penumbra de un pozo
Reconozco mi cara.
Ni tosiendo
Dejo de estar solo.
Luna de nieve
Matizando de azul
La noche oscura.
Onitsura.
El jardín.
La camelia florece
blanca.
Una hoja muerta
que vuelve a su rama ?
No, es una mariposa.
reposan una sobre otra.
La lluvia cae sobre la lluvia.
Larga noche.
El rumor del agua
dice lo que pienso.
Luciérnaga en vuelo;
mira! Iba a decir;
Pero estoy solo.
Guardas del templo tocan
Sus caracolas.
La seducción de la sencillez y la burbuja del instante han atraído a cultores de todos los rincones del planeta a intentar expresar la esencia de un contacto consciente con lo que es. Si bien la aparente simplicidad del haikú no hace de este arte algo sencillo de realizar, mayor aún es la dificultad de traducir, por ejemplo un haikú tradicional japonés, a otras lenguas, sin perder la sutileza original. Probablemente en parte por el atractivo de esta forma literaria en sí, y en parte por la imposibilidad de una traducción estrictamente fiel en espíritu, cultores de todo el mundo han buscado reproducir la esencia del haikú en su lengua materna. En lengua castellana, los más conocidos son Benedetti, Borges, Paz. Con más o menos humor, observaciones sociológicas, psicologismo o auto referencia, hay haikús muy logrados.

En él suele predominar el tono nostálgico, tal como si el instante fuera la mejor ocasión para evocar lo ausente o lo perdido, en haikús como:
Algo me han dicho
La tarde y la montaña
Ya lo he perdido.
Los almendros del huerto
Son tu recuerdo.
No he movido las piezas
En el tablero.
En el desierto
Acontece la aurora
Alguien lo sabe.
Que alguna vez tocaba
Tu cabellera
La barba no lo sabe
Crecen las uñas.
Es un imperio
Esa luz que se apaga
O una luciérnaga?
Ella también la mira
Desde otro puerto.
Sigue trazando versos
Para el olvido.

Ola por ola
El mar lo sabe todo
Pero se olvida.
Se cierran y se abren
Todo ha cambiado.
Mi maleta es enorme
Y está vacía.
Pasan las nubes
Y el cielo queda limpio
De toda culpa.
Y en el adiós ya estaba
La bienvenida.
Permiten que uno trate
Consigo mismo.
Cuando lloramos
Las alegres toxinas
Nos abandonan.
El verde es un color
Que no madura.
interesante y bello.