ElMedioDivinoEn nuestros días, el enriquecimiento y el desasosiego manifiestos en el pensar religioso se deben, sin duda, a la revelación de la magnitud y de la unidad del mundo que se realiza en torno a nosotros y en nosotros. En torno a nosotros, las ciencias de lo real dilatan desmesuradamente los abismos del tiempo y del espacio, y descubren incesantemente nuevas ligazones entre los elementos del Universo. En nosotros, bajo la exaltación producida por estos descubrimientos, se despierta y adquiere consistencia un mundo de afinidades y simpatías unitarias, tan antiguas como el alma del hombre, pero hasta hoy más soñadas que vividas. Inteligentes y matizadas entre los verdaderos pensadores, ingenuas o pedantes entre los poco cultivados, por todas partes aparecen simultáneamente las mismas aspiraciones hacia un Uno más vasto y mejor organizado, y existen los mismos presentimientos de energías desconocidas y utilizables en campos nuevos. Hoy es cosa normal encontrar al hombre que, con toda naturalidad y sin alardes, vive con la consciencia clara de ser un átomo o un ciudadano del Universo.

Este despertar colectivo, semejante al que un buen día hace que cada individuo adquiera consciencia de
las dimensiones reales de su vida, tiene un profundo eco religioso sobre la masa humana, ya sea para abatir, o para exaltar.

Para unos, el mundo resulta ser demasiado grande. El hombre se halla perdido en semejante conjunto; no cuenta: no le queda sino ignorar y desaparecer. Para otros, por el contrario, el mundo resulta demasiado bello: es a él solo a quien hay que adorar.

Hay cristianos – como hay hombres – que todavía se mantienen libres de esta angustia o de esta fascinación. No les interesarán estos pensamientos. Pero hay otros que se asustan de la emoción o de la atracción que produce en ellos, invenciblemente, el astro nuevo que surge. El Cristo evangélico, imaginado y amado dentro de las dimensiones del mundo mediterráneo, es por ventura capaz de recubrir y de centrar todavía nuestro Universo prodigiosamente engrandecido? El mundo, no se halla en vías de manifestarse más amplio, más íntimo, más resplandeciente que Jehová? No hará que nuestra religión estalle? No eclipsará a nuestro Dios?