En plena Borgoña francesa se encuentra la Comunidad de Taizé, iniciada en los alrededores del pequeño villorrio de igual nombre en 1940 por su fundador, inspirador y director espiritual, el hermano Roger.
Roger Schutz nació el 12 de Mayo de 1915 en una pequeña aldea Suiza, de madre francesa y padre suizo, siendo éste pastor protestante. Siguiendo sus huellas, el joven Roger estudió teología y se convirtió en pastor calvinista. Durante una larga convalecencia producto de una tuberculosis sintió el llamado de formar una comunidad de tolerancia, amor y reconciliación, donde la bondad de corazón fuera vivida muy concretamente, y donde el amor estuviera en el corazón de todo, como una respuesta en medio de los graves problemas derivados de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación francesa por parte de las tropas nazis.
Con 25 años y abandonando la relativa tranquilidad suiza en medio del conflicto, se dirigió a Francia en bicicleta y escogió el lugar, Taizé, una pequeña aldea en el centro de Francia, pero muy cerca del límite con los territorios galos ocupados. Escogió una casita en una colina y volvió a Suiza a comentarlo con su padre, tras lo cual compraría el lugar instalándose, inicialmente, a vivir solo en ella. Pronto se le uniría su hermana Genéviève, para ayudarle. En 1942, con Francia ya completamente ocupada, funda la comunidad monástica ecuménica de Taizé, lo que resultaba sorprendente dado que los protestantes habían rechazado siempre la vida monástica.
Las actividades del carismático pastor se centraron inicialmente en crear y mantener un espacio de acogida para todo el sufrimiento que lo rodeaba: recibía refugiados, judíos, soldados heridos tanto alemanes como aliados, a todos los que requirieran de refugio independientemente de sus credos o convicciones; nunca les impuso su propia fe, y se apartaba de ellos para orar de modo de no incomodarlos. Sin embargo, sus actividades resultaron sospechosas a la Gestapo, y se vio obligado a replegarse a Suiza, que se mantenía como territorio neutral. Instalado en un apartamento en Ginebra se le unieron los primeros hermanos de la comunidad, y esperaron en trabajo silencioso y oración el momento propicio para regresar. Ya desde esta época estaba formado el ideal de vida del hermano Roger, austera, en celibato, en comunidad de bienes, y numerosas personas se veían atraídas por el pequeño grupo en busca de paz y consuelo, uniéndose a ellos en la oración y en los temas de reflexión que el pastor proponía como semilla para futuras realizaciones.