Las Adicciones

Las Adicciones

CUV33 (1)Vivimos en un mundo donde hay prevalencia de adicciones: alcohol, tabaco, drogas, psicofármacos, sexo, juegos de azar, codicia, poder, cualquiera sea el nombre que le demos. La causa es la misma: existe gente que necesita algo externo para poder sentirse viva y disfrutar de su existencia.

Básicamente, las personas desarrollan una adicción porque no están a gusto con ellas mismas. En lo profundo de sí se sienten alienadas – como seres de otro planeta – en su hogar o comunidad. Por eso se vuelven hacia una adicción – o varias – como una manera de escapar a una insostenible realidad. Les resultan insoportables las vicisitudes del diario vivir sin apoyarse en su adicción, en su sumisión obsesiva hacia algo del que han hecho su dios. Ello se ha ido convirtiendo en el modo único y excluyente para alcanzar el bienestar que tanto anhelan.

Cuando un adicto utiliza una droga es porque quiere sentirse alegre, seguro, confiado, en vez de triste, inseguro, temeroso. La distancia entre cómo se siente y cómo quiere sentirse le produce tensión y sufrimiento. En lugar de esforzarse por conseguir una transformación interior que modifique su estado de minusvalía, busca el latigazo del estímulo que le proporciona su adicción. Mientras se produce la reacción deseada, se va deteriorando el organismo, y el estímulo necesita redoblar su intensidad. No sólo aumenta la dependencia psicológica de la droga, sino que además implica un proceso completamente opuesto a la dirección evolutiva de la vida humana.

Las metas que nos atraen pueden ser alcanzadas por diferentes caminos. En la medida que vamos creciendo, nuestras posibilidades se van diversificando, y eso define el grado de autonomía, flexibilidad y adaptabilidad de un organismo. La autonomía no sólo significa la posibilidad de valernos por nuestros propios medios, sino también la capacidad de encontrar a través de diferentes maneras aquello que necesitamos.

Las personas mentalmente saludables no dependen de otros para sentirse a gusto dentro de su propia piel. Su auto-seguridad no está a merced de la forma en que actúen los demás respecto a ellas. Tienen bien claro que depender de las circunstancias externas es la manera más directa de caer en penosas y difíciles situaciones.

Profundidad de la Meditación

Profundidad de la Meditación

104014714-capullo-nenufar-hoja-china
Ve y zambúllete en el sereno mar de la soledad espiritual
y lava tu alma en la transparencia de la meditación.
Sumérgete en la profundidad de la Unidad
y aléjate de las súbitas olas del mundo dual
y de las aguas salobres de la diversidad.

Yoga-Vasishtha
Los diferentes yoes

Los diferentes yoes

subpersonalidadesEn el Curso de Crecimiento Personal, hablamos de los muchos yoes existentes dentro de cada uno de nosotros. Una manera más fácil de describirlos es llamarlos “estados de ánimo”. De vez en cuando sería conveniente detenernos un momento y preguntarnos: “Qué estado de ánimo me habita justo ahora?”

Otra manera de decir sería: “Qué pasajero se me subió al taxi en este momento?”. Es beneficioso que nos demos cuenta de qué manera fluctuamos anímicamente durante las – más o menos – dieciséis horas de vigilia.

Un estado de ánimo – o yo – depresivo nunca tropieza con el yo alegre y satisfecho de vivir. Un yo temeroso no conoce ni de nombre al yo audaz. No se trata de intentar que se encuentren, es imposible. Pero sí podemos irlos conociendo sucesivamente.

Hagamos cuenta que somos espectadores en un teatro de títeres. Aparece Pierrot, lánguido y triste, llorando sus penas de amor. Desde atrás, viene Arlequín, el triunfador. De un manotazo, hace a un lado al pobre Pierrot y a su mandolina. Arlequín, dueño del escenario, nos cuenta cuán maravilloso es él, cómo las mujeres lo persiguen y cómo todo lo que emprende le resulta. De pronto, es expulsado violentamente por Polichinela, el burlón, el cínico, que embauca con sus manipulaciones; pero su momento de gloria dura poco, porque aparece el Policía que se lo lleva, arrastrándolo de las mechas…

Además de llegar a conocer a nuestros “yoes”, debemos admitir que los otros también los tienen. Una persona que nos recibió cálidamente un día, poco después nos atiende con gélida indiferencia. Qué hicimos para merecer ese cambio de trato? Nada, simplemente esa persona pasó de un yo a otro.

Debemos hacer el inventario de nuestros muchos yoes. No es un número infinito. Nos ayuda haber estudiado nuestras emociones negativas. Cada una de ellas se encarna en un yo. Están el yo que se autocompadece, el yo que critica a los demás, el yo que intenta justificar todo lo que hace, el yo resentido, el yo iracundo, el yo celoso, etc., etc.

El Sentido de la Vida

El Sentido de la Vida

Rice terraces, Lonji, China

Rice terraces, Lonji, China.

Hablemos del sentido de la vida. A menudo hemos escuchado esta pregunta: “Qué puede hacer uno cuando la vida no tiene sentido?” Según Viktor Frankl, hay cuatro factores que le dan sentido a la vida, (basta con uno, por supuesto):

– realizar una vocación
– superar un destino adverso
– un gran amor
– una fe religiosa

Realizar una vocación es lo que está más a nuestro alcance, sin que se trate de una circunstancia habitual. Es realmente afortunado quien puede trabajar en aquello para lo que está dotado por la naturaleza y que llena los íntimos anhelos de su ser. Esto puede cubrir todos los ámbitos del quehacer humano: arte, ciencias, comunicaciones, comercio e industria, educación, salud… A algunos médicos les hemos oído decir: “Yo no podría haber sido otra cosa que médico. Nunca se me ocurrió siquiera suponer otra posibilidad”.

El superar un destino adverso lo vemos con frecuencia en los minusválidos. Podemos citar a Helen Keller, ciega y sordomuda por una meningitis a los dos años de edad; o al notable físico Stephen W. Hawking, paralítico y mudo, que sólo logra comunicarse a través de un artefacto ideado especialmente para él, y que podrá accionar mientras sea capaz de mover el pulgar de su mano derecha.

Y sin ir tan lejos, recordemos al chileno que perdió ambas piernas por el estallido de una bomba olvidada en una de nuestras fronteras. Tuvimos la gran satisfación de verlo en TV practicando futbol gracias a su esfuerzo por rehabilitarse. O al nadador, también chileno, que ganó una medalla en la última de las Olimpiadas para discapacitados. O, más cerca todavía en la noticia, a aquellos niños que procuran superar sus deficiencias físicas, innatas o adquiridas.

Ambas motivaciones tienen en común que dependen de nuestro esfuerzo, decisión y voluntad y, desde luego, de la ayuda que puedan prestarnos quienes nos rodean. En las vocaciones vemos que pueden frustrarse promisorios talentos juveniles por no disponer de medios para costear sus estudios. Y en el caso de los minusválidos, todos tenemos aún en la memoria la última Teletón.

Praxis

Praxis

photo-sichuan-province-china-22187

Sin práctica, toda enseñanza pasa a ser sólo palabras destinadas a nutrir el Aparato Formatorio. Al desencarnar, sólo nos llevamos a otra vida lo asimilado por la práctica.
Todo lo grabado por la memoria en el Aparato Formatorio, se pierde. Al volver a encarnar, nos dan un computador nuevo (un nuevo cerebro) con un disco duro en cero, el que tendremos que volver a llenar de palabras.

Si sólo memorizamos la enseñanza recibida, es peor que no saber nada, porque nos confiamos en que basta leer o escuchar algo para incorporarlo como enseñanza. El empapelarnos con fotocopias no nos hace más sabios.

Este cuerpo que habitamos es nuestro gran aliado para vivir en el Aquí y el Ahora. Él sólo puede vivir en el Presente. Tenemos que empezar por relacionarnos con él y conocerlo.

En primer lugar, es una dupla formada por el cuerpo físico-denso – este cuerpo de
carne que podemos ver y tocar – y el cuerpo físico etérico, que es el cuerpo vital.
El cuerpo vital interpenetra al cuerpo físico-denso como una malla formada por una serie de conductos por los que fluye la energía vital, energía 7, prana, chi o ki, que es la vida de ese cuerpo.

Estos conductos son llamados nadis por los hindúes y meridianos por los chinos.
Cuando la energía vital se atasca en ellos y no fluye apropiadamente, se originan las enfermedades del cuerpo físico-denso. Hay distintas técnicas o terapias corporales orientales destinadas a desbloquear esta energía y a devolvernos la salud. La más importante es la Acupuntura con una antigüedad de más de cinco mil años, que es la base de varias otras, como Hatha Yoga, Reiki, Shiatsu, etc.

Gurdjieff nos entregó el Ejercicio no sólo para hacer trabajar los cuatro Centros en equipo, sino además como una técnica para contactarnos con nuestro cuerpo etérico y hacernos conscientes de él. Está publicado en Revista Alcione N 8, Curso de Crecimiento Personal.

La trampita está en que ser conscientes de nuestro cuerpo etérico, o sea, percibir su vibración, sólo se puede hacer en el presente. Los monjes budistas usan esa técnica como preparación para la meditación. No sólo los sitúa en el Aquí y el Ahora, sino que disciplina la mente vagabunda y la hacen fijarse en un punto – etapa previa de la meditación hindú (leer Yoga Sutras de Patanjali).